“Iriem está muerta” —Hiro… Hiro ¿Me estás escuchando? — la voz áspera y fúnebre del líder de la aldea fue sacando a Hiro de su ensimismamiento. Pero, a pesar de que había enfocado la vista hasta poder diferenciar el rostro achatado y surcado de verrugas del jefe, su mente seguía divagando en cierto modo, dotando al escenario de un brillo onírico e irreal. Como melodía ambiental, se podía apreciar con exquisita claridad el sonido berreante e incesante de un niño cuando llora desesperado. Pero Hiro parecía ajeno a todos los estímulos del mundo exterior. Solo unas palabras resonaban en su cabeza, tan certeras y dolorosas como el zarpazo de una bestia: “Iriem está muerta” —Lamento muchísimo tener que decir esto, Hiro… Pero conoces las normas. En seis días, habrá luna llena. Espero que el niño esté preparado para entonces. Hiro asintió, ausente, pero en realidad no le estaba prestado atención. Solo deseaba que aquella persona se marchara y dejara de hacerle tanto dañ
Escribo relatos. Y eso.