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Mostrando entradas de diciembre, 2018

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Los Ojos de la Esfinge

La esfinge se levantó. Se desperezó, lamió sus patas y miró. Miró como en el horizonte unas pequeñas motas negras se acercaban a ella. Calculó que debían estar a al menos tres días de distancia, según la marcha que llevaran, y según las inclemencias del tiempo del desierto. Así que la esfinge esperó. En sus ojos negros cerrados ardía, reluciente, la luz de un sentimiento que creía haber enterrado hace mucho, y por el cual ella estaba allí, por el cual se estaba convirtiendo en una roca más. La esfinge miró, miró las motitas negras. Pero también miró la interminable llanura del desierto. Su hogar y su prisión. Pero la esfinge no sintió odio, porque ella eligió estar allí, y era su deber permanecer allí. Sin embargo... ...Sin embargo, a veces soñaba con poder volver a abrir sus alas y volar. Volar con las demás esfinges, y vivir. También deseaba vivir. Contempló sus patas, de un color amarillento, provocado por la arena. Al igual que su piel, que dejó de ser suave y blanca par